*El que oye la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira a sí mismo en un espejo: se ve a sí mismo, pero en cuanto se va, se olvida de cómo es.* - Santiago 1:23-24 (RVC)
Me miro al espejo y me doy cuenta que no soy como pienso que debo ser. Trato de mejorar mi aspecto, y busco, de alguna manera, acicalarme para llegar a decirme: «Así está bien o un poco mejor».
*Santiago usa esta imagen del espejo para señalar nuestras innumerables y constantes incoherencias, o sea, aquello de lo que se piensa y lo que en realidad se hace.* Generalmente, sucede que tildamos de fariseos o hipócritas a quienes no hacen lo que dicen, o lo que piensan o más, lo que enseñan. Pero también es cierto que valoramos hasta el cuadro de honor a los pocos que, casi como héroes, se juegan por lo que piensan y muestran una vida absolutamente coherente.
Lo que dice Santiago es que, ni bien uno se da vuelta, se olvida de lo que es. Y es cierto, muchas veces uno se olvida (no es consciente) de cómo es, o cómo quiere ser, o cómo quisiera llegar a ser.
Lo cierto es que uno no puede vivir mirándose continuamente al espejo, ya sea ensalzándose o criticándose duramente. *En todo caso, creo que para mí y para cualquier persona común como yo, lo importante es mirar a Cristo. Él nos refleja la mejor imagen que podemos encontrar. Probablemente su ejemplo de vida nos anime y posiblemente no sea tan duro como nosotros para juzgar nuestras propias incoherencias.* Es más, quizás hasta lo escuchemos diciéndonos: *«Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más»* (Juan 8:11, RVC).
ORACIÓN
Señor Jesús, muéstranos tu presencia cada día para no perdernos de tus caminos. Danos tus manos y enséñanos a caminar. En el Nombre de JESÚS. Amén.
LECTURA
Evangelio según San Juan 8:2-11
[2] Por la mañana Jesús volvió al templo, y todo el pueblo se le acercó; y él se sentó y les enseñaba.
[3] Entonces los escribas y los fariseos le llevaron a una mujer que había sido sorprendida cometiendo adulterio. La pusieron en medio, [4] y le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. [5] En la ley, Moisés nos ordenó apedrear a mujeres como ésta. ¿Y tú, qué dices?» [6] Ellos decían esto para ponerle una trampa, y así poder acusarlo. Pero Jesús se inclinó y, con el dedo, escribía en el suelo. [7] Como ellos insistían en sus preguntas, él se enderezó y les dijo: *«Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»* [8] Y Jesús volvió a inclinarse, y siguió escribiendo en el suelo. [9] Ellos, al oír esto, se fueron retirando uno a uno, comenzando por los más viejos y siguiendo por los más jóvenes. Sólo se quedó Jesús, y la mujer permanecía en medio.
[10] Entonces Jesús se enderezó y le dijo: «Y, mujer, ¿dónde están todos? ¿Ya nadie te condena?» [11] Ella dijo: «Nadie, Señor.» Entonces Jesús le dijo: *«Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más.»*
PENSAMIENTO DEL DÍA
*Ayúdanos a soltar la piedra y a tener un corazón como el tuyo.*
OREMOS
Por quienes han perdido el sentido de sus vidas.
LA BIBLIA EN UN AÑO
Hoy leemos:
*Zacarías 4, 5, 6.*